Ocho estrategias para que viajar embarazada sea más fácil

Ocho estrategias para que viajar embarazada sea más fácil



1. Reduce el estrés

La forma más segura de evitar el estrés de viajar sería quedarse en casa durante los nueve meses de embarazo. Pero eso es muy aburrido, ¿no? Unas sencillas estrategias a la hora de planificar tu viaje te ayudarán a reducir la ansiedad y a aprovechar mejor el tiempo que estés fuera, aunque las hormonas te tengan al borde del llanto.

En primer lugar, organiza todo con tiempo. Reserva de antemano el asiento del avión (lo ideal es uno de pasillo, para facilitar las frecuentes idas al baño), comidas especiales para el vuelo si es que las necesitas, y el alojamiento en tu punto de destino. Viaja ligera de equipaje. Lo ideal es que no lleves nada que no puedas arrastrar sobre ruedas o transportar fácilmente con las dos manos. Así no tendrás que preocuparte si no encuentras un maletero y no correrás el riesgo de lesionarte al levantar algo excesivamente pesado.

Planifica el traslado al aeropuerto o a la estación con mucha antelación a la partida del avión, autobús o tren. Si viajas en auto, date tiempo suficiente para no ponerte nerviosa si te encuentras con un embotellamiento.

Lleva contigo un bolso de mano con las cosas esenciales, como alguna meriendita nutritiva y artículos de aseo, y algunas extras que hagan tu viaje más agradable, como un aparato de música portátil o un buen libro para relajarte. Finalmente, no olvides en casa tu sentido del humor, porque te vendrá muy bien si el vuelo se retrasa o si hay un embotellamiento de tráfico.

2. Conserva tu energía

El embarazo no tiene por qué frenarte a la hora de gozar de unas vacaciones activas o realizar un viaje de negocios productivo. Puedes continuar haciendo tus actividades normales, sean cuales sean: caminar, ver museos o explorar nuevos restaurantes. Pero recuerda que, probablemente, te cansarás más rápidamente que antes de quedar embarazada; no es buena idea tratar de disfrutar de tus actividades al mismo ritmo que antes. Un baño relajante, una siestecita, poner los pies en alto un rato, leer un libro en la playa o pasar una tranquila velada en tu habitación con servicio de cena allí mismo, son opciones que te ayudarán a descansar y a mantener la energía durante el viaje.

3. Come y bebe suficiente

Durante el embarazo, comer bien y de forma regular adquiere doble importancia. Como al viajar es muy fácil que el ritmo de comidas se altere, es bueno llevar una bolsa de mano con algunos tentempiés, como nueces, avellanas, frutas secas y galletas saladas con queso bajo en grasa. Es una buena idea llevar agua embotellada y beberla regularmente, especialmente en vuelos largos. Es absolutamente vital evitar la deshidratación, que puede ser un problema cuando se viaja en la seca cabina de un avión.

Cuando llegues a tu destino, come a intervalos regulares comidas nutritivas y balanceadas con abundante fruta, vegetales y proteínas. (Si vas a un país extranjero donde la calidad del agua puede fallar, recuerda que es mejor no comer vegetales crudos o frutas que no hayas pelado tú misma.) Lleva siempre en tu bolso de mano bocaditos saludables y energéticos y agua, por si te da hambre o sed inesperadamente. Si tienes dificultades para acabar las comidas o notas que algunos alimentos u olores te producen náuseas, trata de comer pequeñas porciones unas cinco o seis veces al día en lugar de hacer tres comidas grandes. Además, las comidas ligeras y frecuentes también reducen las probabilidades de padecer acidez.

4. Ve al baño cuando puedas

Durante el embarazo tienes que ir al baño probablemente tres o cuatro veces más a menudo que de costumbre. Los servicios de los aviones son muy pequeños y los retretes públicos muchas veces están sucios, así que cuando encuentres un baño limpio y cómodo, úsalo. Incluso si las instalaciones dejan algo que desear en cuanto a aseo, es mejor ir a lo seguro y utilizar lo que tengas a mano porque nunca sabes cuándo o dónde tendrás otra oportunidad de utilizar un baño decente. Trata de planificar con antelación siempre que puedas. Aprovecha las áreas de servicio de las autopistas o ve al baño antes de subir al avión. Cuando prepares tu próximo viaje en auto, deja tiempo suficiente para hacer frecuentes paradas para ir al baño.

Es importante que estés preparada vayas donde vayas. Algunas mujeres optan por llevar siempre papel higiénico (es más fácil de transportar si le quitas el cilindro de cartón al rollo y lo aplanas; también puedes comprar paquetitos de pañuelos de papel), toallitas húmedas higiénicas y jabón antibacteriano. Para los viajes en auto incluso puedes llevar tu propio baño portátil, en caso de emergencia: una botella de vidrio o de plástico de cuello ancho con cierre hermético es suficiente. Si vuelas o viajas en tren o autobús, pide un asiento de pasillo para poder acceder al baño sin pasar por encima de otros pasajeros. Los asientos de las secciones delantera y trasera del avión son generalmente los más cercanos a los baños.

5. Mima tus pies y piernas

Cuando pasas mucho tiempo sentada, es común que se produzca hinchazón de pies y tobillos y calambres en las piernas. Si manejas, tómate descansos cada 90 minutos al menos para estirarte y caminar un poco. Si hay un asiento libre junto al tuyo en el avión, tren o autobús, pon los pies encima para descansarlos. Al volar, quítate los zapatos y ponte unas medias gruesas o unas zapatillas cómodas con las que puedas caminar sin problemas. Eleva las piernas, por ejemplo, reposando los pies sobre el equipaje de mano, que puedes poner bajo el asiento delante del tuyo. Como los pies probablemente se te hinchen, te quites o no los zapatos, procura usar un calzado cómodo con ajustes, cordones o paneles elásticos.

Asimismo, la circulación sanguínea sufre durante el embarazo, y esto hace que haya más posibilidades de sufrir una trombosis (formación de coágulos en la sangre) o padecer de várices. Además, el pasar mucho tiempo sentada, por ejemplo, en espera de transbordos, puede aumentar el riesgo de coágulos. No te quedes quieta por periodos prolongados, mantén la sangre en circulación, por ejemplo, dando paseos por el pasillo del avión o saliendo del auto cada hora. Haz estiramientos cada 30 minutos. No tienen que ser complicados. Prueba esto: partiendo de una posición sentada o parada, extiende las piernas — primero los talones — y suavemente estira y contrae el pie para alargar los músculos de las pantorrillas. Si estás sentada, gira los tobillos en el sitio y menea los dedos de los pies. Si tienes tendencia a sufrir várices en las piernas, utiliza una pantimedia de maternidad, que es muy útil para aliviar la hinchazón y los dolores de las piernas, ya que presiona las venas de manera estratégica para que la sangre siga circulando sin problemas.

Nada es más importante para una embarazada que está de viaje que llevar calzado cómodo y que ofrezca un buen apoyo. Los mejores zapatos y sandalias tienen plantas adaptables a la forma del pie, que ayudan a prevenir los dolores, y suelas antideslizantes para ganar en tracción y ofrecer el máximo apoyo. Las deportivas hechas para actividades aeróbicas de impacto también son adecuadas; los zapatos de tiras y tacones, no. Lleva un par de zapatos extra y parches o curitas contra las rozaduras porque incluso el calzado ya usado puede en un momento dado causarte heridas.

6. Infórmate sobre las vacunas

Lo ideal sería que una mujer que quiere quedar en estado se informara de su situación inmunológica y se pusiera las vacunas necesarias como mínimo tres meses antes de quedar encinta. Pero si no lo has hecho y tienes que viajar a un lugar en el que abundan las enfermedades graves, tendrás que hablar con tu médico y evaluar los riesgos potenciales de la vacuna frente a los de la enfermedad, tanto para ti como para tu bebé. Generalmente, las embarazadas deben evitar las vacunas vivas contra la varicela, sarampión, paperas y rubéola. Las vacunas vivas están hechas a partir de virus vivos, y estos podrían infectarte a ti y a tu bebé. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, no existen datos de que se hayan producido daños en un feto por la administración accidental de estas vacunas vivas. Pero la información que tenemos es limitada y estamos ante un riesgo que las embarazadas deberían evitar.

Algunas otras vacunas, como las de la hepatitis A, B y el tétano, se consideran seguras y se recomiendan a las mujeres en gestación que tengan riesgo de contraer esas enfermedades. Para más información, puedes leer la lista de vacunas seguras y no seguras, del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (la lista está en inglés) o consultar nuestro artículo sobre vacunas.

Lo importante es que si tienes la opción de elegir, no viajes durante el embarazo a ningún país con un alto riesgo de contraer enfermedades cuando las vacunas contra ellas puedan generar riesgos. En muchos de esos países, la calidad de los sistemas de salud, del agua y de los alimentos también dejan mucho que desear. Una simple infección con diarrea y náuseas o vómitos puede deshidratar rápidamente a una mujer embarazada.

7. Protégete de las infecciones vaginales

El embarazo te hace más susceptible a las infecciones vaginales y éstas, además, son mucho más comunes en climas húmedos y cálidos (los hongos que las provocan se desarrollan mejor en entornos húmedos y cálidos). Para protegerte contra ellas, viste prendas ligeras, amplias, que respiren bien, y usa ropa interior de algodón. Deja en casa los jeans y los pantalones ajustados. Después de nadar, cámbiate en seguida y ponte ropa seca en cuanto puedas. Antes de partir, habla con tu doctor para ver si es aconsejable llevar una crema fungicida (contra hongos), por si acaso.

8. No practiques actividades arriesgadas

El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos recomienda evitar los deportes de contacto y los que conlleven riesgo de caídas. Eso quiere decir que el snowboarding, el esquí, el patinaje, montar a caballo, el esquí acuático y el surf (correr tabla) quedan fuera de juego durante el embarazo. Tampoco son nada aconsejables el submarinismo y otros deportes "presurizados" porque, al subir a la superficie, pueden formarse burbujas en el flujo sanguíneo. Y las atracciones deslizantes sobre el agua que abundan en muchos parques temáticos también quedan prohibidas porque los aterrizajes y los golpes que se producen al arrancar y al detenerse pueden dañar al bebé. Evita los baños muy calientes y los jacuzzis, ya que hay estudios que relacionan las altas temperaturas con un aumento del riesgo de defectos de nacimiento. En general, evita actividades que puedan aumentar el riesgo de golpes en el abdomen.

Pero tampoco es preciso que te pases las vacaciones sentada (¡salvo que lo desees!). Si eres una mujer sana que siempre has hecho ejercicio, lo normal es que continúes haciéndolo, en función de tu forma física, nivel de habilidad en la actividad que practiques, y tiempo de gestación que lleves (aunque las mujeres con embarazos de alto riesgo quizás deban evitar el ejercicio por completo). Hay muchas actividades apropiadas durante el embarazo, como caminar (incluso el senderismo a baja altitud), nadar en aguas tranquilas, montar la bicicleta estática, hacer yoga suave y correr despacio (si ya corrías antes del embarazo). Sin embargo, algunas pueden estar bien al comienzo, pero ser arriesgadas en semanas posteriores, cuando tu equilibrio no sea tan bueno y el peligro de caer aumente. Habla con tu médico para que te ayude a diseñar el plan de ejercicio más adecuado para ti.

Una nota final: Utiliza tu sentido común y escucha a tu cuerpo. Si te notas excesivamente cansada, sientes mucho calor o te ves incómoda al hacer ejercicio, baja el ritmo o para.


fuente: babycenter en español

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