Existen muchos falsos mitos relacionados con la concepción, que comparten muchas aspirantes a mamás, relacionados con prácticas higiénicas y alimentarios. ¿Hay algo de cierto en ellos?
La postura sexual ideal para quedarse embarazada es la clásica, la del “misionero”. Después de las relaciones, la mujer debe permanecer tumbada, con la pelvis ligeramente elevada, para favorecer el ascenso de los espermatozoides.
Para concebir, no existen posturas más beneficiosas que otras. Tampoco es necesario permanecer tumbada con la pelvis ligeramente elevada. La naturaleza ha provisto a los espermatozoides de un aparato locomotor que permite su ascenso por la cavidad uterina y por los tubos a una velocidad media de 2-3 milímetros por minuto, independientemente de la fuerza de la gravedad. Es natural, también, que buena parte del semen se expulse después de la relación. Basta con pensar que, de en torno a 100-150 millones de espermatozoides que se depositan en el interior de la vagina, sólo un centenar consigue alcanzar el ovocito, si el período de la ovulación es propicio.
Antes de mantener relaciones sexuales, hay que lavarse con una solución de agua y bicarbonato, que alcaliniza el ambiente de la vagina, lo que favorece la supervivencia de los espermatozoides.
El ambiente vaginal es fisiológicamente ácido y esta característica tiene una función protectora específica, porque inhibe la proliferación de organismo patógenos. Sería muy raro que, después de millones de años de evolución y selección natural, un proceso esencial para la supervivencia de nuestra especie, como el de la reproducción, requiriera condiciones no fisiológicas. Por tanto, no es cierto que un ambiente alcalino favorezca la supervivencia de los espermatozoides. Lavarse con agua y bicarbonato, además de ser inútil para favorecer la concepción, es una práctica peligrosa, porque disminuye las defensas del organismo frente a las infecciones genitales potencialmente dañinas, éstas sí, para la fertilidad femenina.
Es mejor evitar tener relaciones cada día y distanciarlas uno o dos días, para dar tiempo a los espermatozoides a que maduren.
Es cierto que la concentración de los espermatozoides en el líquido seminal disminuye si las relaciones son muy frecuentes, si se producen cada día o varias veces al día. Sin embargo, en estas circunstancias, aumenta su movilidad, por lo que el resultado final en términos de fertilidad masculina es equivalente. Fijar determinadas cadencias para mantener relaciones sexuales o limitarlas a determinados días fértiles es inútil y contraproducente. La pareja puede angustiarse y esto sí que podría comprometer la deseada concepción.
El zumo de pomelo, el té verde, las pipas de girasol y las pipas de calabaza son algunos alimentos que favorecen la fertilidad femenina.
No existe ningún alimento que favorezca la concepción. Es cierto que la obesidad y la extrema delgadez pueden obstaculizar la concepción, por lo que es aconsejable que la aspirante a mamá adopte una dieta variada y equilibrada, que evite el excesivo consumo de carne y de grasas saturadas, así como el tabaco y el abuso del alcohol, porque un organismo sano tiene mayores probabilidades de concebir y llevar a término con éxito un embarazo.
La raíz de maca (lepidium meyenii), una planta de origen sudamericano, tiene el poder de regular el ciclo de ovulación y de estimularlos espermatozoides del hombre. Si los dos miembros de la pareja la toman, puede favorecer la concepción.
Hay muchas plantas a las cuales se les ha atribuido, a lo largo de la historia humana, el poder de inhibir o de favorecer la concepción. Todas tienen una característica común: su presunto poder nunca ha sido demostrado por estudios clínicos. Es el caso también de esta raíz sudamericana. Por tanto, antes de tomar algún producto de este tipo, hay que consultar con el ginecólogo.
Tomado de: http://www.mibebeyyo.com/
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