Según estudios científicos, el cerebro alcanza el 80 por ciento de su desarrollo en los cuatro primeros años de vida.
Es en este periodo cuando se desarrollan el lenguaje, las habilidades sociales, la motricidad (movimiento del cuerpo), entre otros aspectos. “Nunca más en la vida la persona atravesará una etapa en la que pueda evolucionar a una velocidad tan increíble”, afirma Regina Moromizato, educadora e investigadora peruana que visitó Colombia para compartir su experiencia.
Dice Aura Sofía Rico, pediatra especialista en desarrollo infantil, que precisamente esa es la razón esencial por la que el jardín infantil debe seleccionarse con especial atención, pues es el lugar en donde ayudarán a los padres a lograr un mejor desarrollo de su hijo. Ruth Domínguez, presidenta de la Asociación Colombiana de Jardines (Jardinco), agrega que por eso la maestra preescolar debería ser la mejor capacitada de todo el sistema educativo. Por esa velocidad con la que el cerebro hace sus conexiones durante los primeros años, los adultos deben ofrecerles a los niños las herramientas para lograrlo con mayor éxito.
Todos los cimientos que pueda recibir un niño durante sus primeros años de vida serán fundamentales para su desarrollo futuro. Esta etapa en la educación de los hijos no puede consistir sencillamente en buscar un lugar que cuide al menor; es clave que sea un lugar especializado en educación dirigido por profesionales.
Durante estos años también se siembran semillas para una estabilidad emocional, para que el pequeño gane confianza en sí mismo y aprenda a quererse, por lo que el afecto y amor con que lo atiendan los educadores resultan de gran importancia.
En los jardines se desarrollan el lenguaje, se crean rutinas, se aprende a vivir lejos de los padres, a socializar, a cumplir normas, a compartir.
La pediatra explica que si un niño es el único hijo, los padres aprenden a descifrar su media lengua y no le exigen pronunciar mejor; lo contrario sucede con las profesoras y compañeros, pues tendrá que hacerse entender. Lo mismo ocurre con las habilidades sociales, pues al entrar en contacto con otros niños de su edad aprende a compartir, a esperar turnos, a seguir instrucciones y a tolerar la frustración. La experta explica que este sentimiento es importante para que los menores comprendan que no siempre se puede ser el primero, al igual que no todas las situaciones saldrán bien, pero que debe seguir intentándolo. De esta manera también sabrá que el mundo gira en torno a hábitos, rutinas y normas. Esto será importante para todo su desarrollo como ser humano, porque desde niño intentará varias veces antes de armar un rompecabezas y no declinará al primer intento, esforzándose cuando algo le parezca difícil.
Con la claridad de estos elementos se procede entonces a encontrar ese primer lugar al que el niño irá después de estar en casa. Las expertas aconsejan, en la medida de las posibilidades, tener al pequeño en casa por lo menos los dos primeros años de vida para formar valores y costumbres que luego pueda desarrollar el centro educativo elegido. Deben evaluarse elementos como:
Servicios: aunque es importante que ofrezcan actividades extracurriculares, también deben tener una oferta que no impulse a los padres a cargarlos de cursos para no permitirles descansar, jugar o compartir en familia. En cuanto a acceder a servicios de transporte y alimentación, estos definitivamente dependen de la capacidad adquisitiva de los padres. Estos favorecerán otras habilidades, como por ejemplo comer al mismo ritmo de los otros niños, no esperar a que nadie le ruegue para que termine. En cuanto a las rutas escolares, estas favorecen el proceso inicial de desprendimiento cuando los recoge un bus en el paradero, frente a que los papás los dejen en la puerta del jardín.
En relación con las alianzas que se dan con algunos colegios para facilitar su ingreso, Rosa Julia Guzmán, con maestría en pedagogía de la Universidad de la Sabana, señala que a los niños “no se les debe educar para el futuro (admisión en el colegio) sino para el presente, pues si este se ha trabajado a conciencia, el éxito en el mañana vendrá por añadidura”. La experta asegura que esta opción debe mirarse con cuidado, pues muchas veces se presiona a los niños para que adquieran conocimientos destinados solo a ser admitido en el colegio, y se podrían generar dificultades en el aprendizaje.
Docentes: no por el hecho de que a alguien le gusten los niños y no tenga empleo quiere decir que debe dedicarse a los preescolares, dice Ruth Domínguez. Los docentes deben ser licenciados en pedagogía que conozcan las habilidades y desarrollo de los niños, con apoyo de fonoaudiólogos, terapeutas, entre otros expertos. Que sean cálidos, afectuosos y respetuosos.
Infraestructura: cómoda, limpia, adaptada a la estatura y medidas de los niños, pero sobre todo segura. Con espacios libres de puntas, interruptores, cuerdas. Que los niños estén siempre vigilados por el personal necesario; con cerramiento si cuenta con piscina. Si les ofrecen la comida, que sea limpia y balanceada. Las expertas hablan de zonas de juego, espacios verdes que les ofrezcan los lugares para socializar, descansar y disfrutar de la compañía de sus amigos.
Pedagogía: debe haber una enseñanza adecuada que le dé la oportunidad de aprender al niño a través de la herramienta más importante a esta edad, el juego. Además, que desarrolle las habilidades según sus capacidades y no que se le exija más para acelerar sus procesos. Que tengan estructura de enseñanza, que se respeten las etapas del niño sin atropellarlo, dice Aura Sofía Rico. “No se puede ver al jardín como una economía de bolsillo, sino como una mediana empresa”, dice Ruth Domínguez. Eso quiere decir que no es un garaje en el que se cuidan niños, sino un centro con un Programa Educativo Institucional (PEI) que se lleve a la práctica.
Errores al elegir
Para la pedagoga Ruth Domínguez, los siguientes son algunos de los errores que se cometen al elegir un jardín infantil:
• Pensar que se trata de un ‘parqueadero’. El lugar donde se entrega al niño en febrero y se recoge en diciembre. Donde lo dejan a las 7 a. m. y lo recogen en la tarde, mientras los papás trabajan.
• Esperar a que el primer día les dejen tareas, porque estas son la señal correcta de que es una buena institución.
• No permitir que todo sea un proceso. El caso de niños que pasan de su casa a un colegio en el que tendrán que sentarse en la ruta junto a un estudiante de bachillerato puede parecer normal para el padre, pero tal vez para el niño será difícil de asimilar. Es mejor empezar por un lugar pequeño.
legales vs. ilegales
Los padres deben revisar en las secretarías de Educación de cada ciudad que el jardín infantil esté autorizado y reglamentado. Sin embargo, se trata de un problema de gran dimensión por la falta de licencia de muchas instituciones. Según Ruth Domínguez, solo en Bogotá hay entre 5.000 y 6.000 jardines, de los cuales solo 330 tienen los registros habilitados y 1.690 están en el proceso. ¿Debe confiarse en quienes no lo tienen? No, dice la experta. Aunque los requisitos no son fáciles de cumplir, que estén en el proceso para conseguirlos habla bien del centro educativo, puntualiza
Tomado de: http://www.abcdelbebe.com/
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