El desarrollo neurológico del ser humano es una secuencia que ya está programada y establecida. Comienza en la cabeza y va hasta los pies; es decir, este control comienza en la cabeza, luego en el cuello, las extremidades superiores, el tronco y las extremidades inferiores. En otras palabras, primero sostenemos la cabeza, luego nos sentamos y, por último, caminamos.
En este sentido, los bebés generalmente se sientan alrededor del quinto hasta el octavo mes. Para ello, se necesita que el niño controle la cabeza y los miembros superiores. “Se comienza a observar que el niño lleva las manos a la línea media e intenta incorporarse, es en ese momento, de forma segura, que se puede sentar al bebé, con el soporte adecuado, y permitirle que perfeccione la actividad mano-ojo”, explica el pediatra Álvaro Jácome.
Inicialmente, “lo harán con la ayuda de cojines o soportes y, a medida que fortalezcan los músculos que controlan la cabeza y el tronco, así como el desarrollo de su equilibrio, irán haciéndolo mejor y por tiempos más largos. Al comienzo, cuando el niño se fatiga o pierde el equilibrio, se dejará caer; por eso, debe estar en un sitio seguro y libre de objetos peligrosos”, agrega Guillermo Sánchez, especialista en ortopedia y traumatología pediátrica.
Luego, cuando el bebé quiera incorporarse, intentará dar la vuelta (lo hará muchas veces), hasta que lo perfeccione, y así realizará otros movimientos que le servirán de base para el siguiente, añade el doctor Jácome. Pasará de sentarse de manera pasiva a activa, entre el séptimo y el noveno mes de edad. Lo importante al propiciarle un ambiente seguro, es permitirle desplazarse y experimentar.
¿Cómo estimularlo adecuadamente?
A través del juego. “Esa interacción activa entre adultos y cuidadores, ese juego progresivo, cada vez más complejo, con nuevas interacciones y variantes, permitirán que él bebe pueda afianzar las habilidades ganadas y, a partir de estas, adquirir nuevas. Es un proceso activo, diario”, aconseja el doctor Jácome. La estimulación adecuada debe ser acorde con su edad, habilidades y maduración adquiridas; siempre bajo la supervisión y recomendación de una persona entrenada.
Para el ortopedista, es importante recordar que el aprendizaje es el resultado de una buena nutrición, la maduración del sistema nervioso central y la adecuada estimulación: “No sirve de nada pretender hacer actividades o ejercicios muy avanzados, cuando las estructuras nerviosas no tienen la madurez suficiente para asimilarlas, y viceversa”.
También es importante recordar que los niños no pueden gobernar su cuerpo hasta no lograr el control neurológico; no hay que exponerlos innecesariamente a situaciones de riesgo físico; por los demás, todo juego es válido, puntualiza el pediatra.
Además, añade que se debe tener paciencia y tiempo para interactuar. Paciencia porque los hechos no se darán antes, por más de que se estimulen; todo en el momento adecuado. Y tiempo para interactuar con ellos, para que puedan repetir y perfeccionar estas habilidades, conocerlos, y cuando se considere que algo no está adecuado, consultar para, ahí sí, corregir.
Principales mitos
Ningún niño se sentará solo, antes de lo permitido por su desarrollo. Son sus padres o acudientes quienes lo hacen con algún tipo de ayuda o soporte. Sin embargo, existen muchas creencias sobre lo que esto podría ocasionarle al bebé: se le torcerá la espalda o los pies, se volverá cascorvo, se le dañará la cadera o se le caerán lo cachetes.
Para los expertos, ninguna versión es cierta. “Desde el punto de vista neurológico o físico, no hay ningún problema. No obstante, si se quiere sentar, hay que tomar precauciones, pues como el bebé no tiene la capacidad de control sobre el tronco para mantener la posición, existe el riesgo de golpearse al perder este e irse de lado o hacia otra posición”, dice el pediatra Álvaro Jácome.
Por su parte, el ortopedista Guillermo Sánchez señala que “si se hace en una silla antirreflujo o en las piernas del adulto, con un buen soporte en su espalda y un adecuado cuidado, no hay ningún problema. No he visto deformidades en la columna vertebral o problemas de cadera atribuidas a sentar al niño precozmente”.
Estos mitos se basan principalmente en las posiciones corporales que tiene que adoptar el aparato locomotor durante el proceso madurativo de la sedestación (estar sentado) y la marcha. Todos estos cambios son temporales y evolucionan durante varios meses. “Ahora bien, hay componentes estructurales, madurativos, hereditarios, que hacen que este y su resultado final tengan variaciones, y en este punto desempeña papel importante el control del médico para evaluar que está en el tiempo y poder realizar correctivos”, señala Jácome.
Tomado de: http://www.abcdelbebe.com/
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