Según el refrán popular, es mejor prevenir que lamentar. Y aunque esta frase se puede utilizar en innumerables situaciones, adquiere una doble importancia durante el embarazo, porque cualquier descuido en esta etapa puede afectar no solo a la madre, sino al hijo o hija que está esperando.
Por eso, las personas que sufren de alguna alergia deben redoblar los esfuerzos para evitar exponerse a las sustancias que les desencadenan esta molesta enfermedad. Inclusive, cuando las futuras madres presentan patologías alérgicas, se les recomienda practicar un estudio especial, como pruebas cutáneas, para determinar a qué sustancias del medio ambiente o de alimentos son alérgicas, con el fin de evitar al máximo el contacto y, si es del caso, iniciar un tratamiento oportuno con el especialista, pues una reacción severa o un asma mal controlada pueden afectar seriamente la salud del bebé.
De acuerdo con Eduardo de Zubiría Salgado, alergólogo y expresidente de la Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología, las principales alergias que se producen durante el embarazo son el asma bronquial, la rinitis alérgica y la dermatitis atópica.
El asma se manifiesta como dificultad respiratoria, tos o sibilancias (silbidos en el pecho). La rinitis produce obstrucción nasal, secreción acuosa, rasquiña en la nariz, crisis de estornudos y malestar nasal. Por su parte, la dermatitis atópica se manifiesta como brote tipo placas que predominan en los pliegues, pero que pueden aparecer en otros sitios del cuerpo, como brazos, piernas, cara o tórax, y que generan mucha rasquiña y molestias. “Estas enfermedades rara vez se presentan por primera vez durante el embarazo, lo más frecuente es que se manifiesten o se agraven durante este”, explica De Zubiría.
El origen
Las enfermedades alérgicas tienen una base genética muy importante, lo que quiere decir que la herencia desempeña un papel predominante. Si uno de los padres sufre de alergia, la posibilidad de que el hijo desarrolle alguna es de un 35 por ciento, pero si ambos padres son alérgicos la probabilidad sube a casi un 80 por ciento.
El segundo factor es una exposición ambiental a sustancias alergizantes del medio ambiente, como polen y ácaros, o pelos de animales. Cuando hay una concentración alta de ácaros en el ambiente, por ejemplo en las habitaciones, el riesgo de desarrollar enfermedades atópicas o alérgicas es mucho mayor. Aunque los síntomas pueden presentarse a cualquier edad, en la mayoría de los casos se da antes de los 5 años. Como explica De Zubiría, el bebé puede heredar la tendencia a desarrollar alergias, pero no necesariamente la misma enfermedad de su madre.
Efecto sobre la mamá y su bebé
Durante el embarazo, a la madre se le puede agudizar su alergia, sea respiratoria o cutánea.
El problema más importante es el asma. Si se agudiza, puede afectar la oxigenación adecuada del bebé y, por tanto, su desarrollo; con frecuencia la madre tiene tendencia a recaer de su asma en las últimas semanas de gestación, cuando el tamaño del bebé limita más la respiración.
El uso de antihistamínicos
No hay estudios que comprueben que el uso de antihistamínicos o antialérgicos en el primer trimestre de embarazo puedan tener un efecto nocivo para el bebé. Sin embargo, tampoco hay estudios que comprueben que son inocuos. “Se podría decir que son medicamentos que no han demostrado efectos adversos, sin embargo deben ser formulados con cautela y solo si están verdaderamente indicados”, afirma De Zubiría.
Alergia a los alimentos
Una persona puede desarrollar una alergia a un alimento en cualquier momento de su vida, y eso podría ocurrir durante el embarazo. Las reacciones alérgicas a alimentos pueden ser desde leves hasta severas, y algunas pueden comprometer la vida de la embarazada. En una reacción grave el bebé queda en alto riesgo por falta de oxigenación o bajo flujo de sangre por la placenta y, por tanto, dicho alergeno debe ser puesto en evidencia, confirmado y evitado por parte de la madre.
Por eso es importante estar consciente de las sustancias que pueden desencadenarla, para controlar esta enfermedad y evitar problemas durante el embarazo. Y, si se quiere proteger al recién nacido, lo mejor es amamantarlo. “Está comprobado que la alimentación materna prolongada previene o, al menos, disminuye o retarda la aparición de enfermedades atópicas en los bebés”, explica De Zubiría.
Qué hacer
1. Practicarse un estudio de alergia para identificar los alimentos y las sustancias que ocasionan esta enfermedad.
2. Conociendo las sustancias alergizantes, evitar la exposición a estas durante el embarazo.
3. Pedir el concepto médico antes de utilizar los medicamentos que suele consumir cuando se produce la alergia.
4. Las mujeres asmáticas deben tener mucho cuidado para prevenir crisis de asma, sobre todo en las últimas semanas de gestación cuando el tamaño del bebé dificulta la respiración.
5. Si bien es poco común que las alergias se presenten por primera vez durante el embarazo, hay que tener en cuenta que una persona puede desarrollar una alergia a un alimento en cualquier época de su vida.
Tomado de: http://www.abcdelbebe.com/
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