Cambiar tus hábitos alimenticios puede parecer un desafío ambicioso, pero se puede.
Todas tenemos esa amiga o familiar que se alimenta tan bien que merece un aplauso. No sabemos cómo lo logra, pero se mantiene alejada de la comida chatarra y es experta en la preparación de platos exquisitos que aportan todos los nutrientes necesarios. ¿Suena utópico? Por suerte, no lo es. Sigue estas diez recomendaciones de la Lic. Cecilia Garau, para, progresivamente, virar tus hábitos alimenticios hacia lo saludable.
1. Evita los cambios abruptos – Para incorporar nuevos hábitos que duren toda la vida, la clave es hacerlo gradualmente. La repetición es aliada del hábito, así que ármate de paciencia y sé constante con esas pequeñas modificaciones que logres hacer. Es preferible hacer pocos cambios, pero perdurables.
2. No comas con desesperación – Anticípate al hambre haciendo cuatro comidas y dos colaciones cada día. Cuando comemos con demasiado apetito, se nos hace más difícil pensar y estar atentos a lo que ingerimos. Un ayuno no debe extenderse por más de 3 horas.
3. Programa tus compras – Antes de ir al supermercado, tómate 15 minutos para prever lo que comprarás. Arma una lista de ingredientes que te sirvan para preparar platos nutritivos. Evita las compras impulsivas porque así caerás en el consumo de comida chatarra o pre-elaborada.
4. Dile “sí” a… - Frutas, vegetales, granos, legumbres, carnes, lácteos, semillas, frutos secos y cereales. Estos son los alimentos que aportan las cantidades necesarias de carbohidratos, proteínas y grasas que necesitamos a diario.
Una alimentación saludable debe estar compuesta por un 50-60% de hidratos de carbono, 20-25% de proteínas y 30-35% de grasas.
5. Dile “no” a… - helados, panes, pasteles, golosinas, mantequilla y cremas. Evitar estos alimentos no significa eliminarlos por completo de tu dieta diaria, sino reducir las cantidades y la frecuencia al mínimo. No está mal comer un par de porciones de pizza en una cena ocasional. Lo que es desaconsejable es comer pizza sistemáticamente y en grandes cantidades.
6. Aumenta tu ingesta de agua – Nuestro cuerpo está compuesto por un 60% de agua y un 40% de materia orgánica. Sin embargo, ingerimos poquísimo líquido. Apuesta al consumo de agua y evita las bebidas calóricas vacías, como las bebidas cola o los jugos de cartón. Limita el consumo de café a 3 tazas diarias.
7. Ponte en movimiento – El gimnasio y los deportes no son las únicas fuentes de ejercicio posibles. Caminar, pasear al perro o incluso dar vueltas por la sala de tu casa también son importantes. Evita el sedentarismo dejando el auto en casa o reemplazando los elevadores por las escaleras. ¿Un dato sorprendente? El uso de teléfonos celulares e inalámbricos hace que demos 10.000 pasos menos por año.
8. Las colaciones son fundamentales – No subestimes el poder de un buen snack. Fruta, yogur, barras de cereales, un puñado de nueces o almendras, un huevo duro… Escoge lo que más te guste y llévalo contigo durante el día. A media mañana y media tarde, reemplaza la comida chatarra por estos tentempiés nutritivos.
9. Suma a tu familia – Los cambios de hábitos alimenticios son más fáciles de lograr si se implementan en familia. En otras palabras: haz el intento de que todos los miembros del hogar se vuelquen hacia una alimentación más saludable. Los expertos recomiendan que las familias hagan juntas al menos una comida del día. No sólo para intercambiar anécdotas y favorecer el diálogo, sino para promover la educación alimentaria en los hijos. Los hábitos adquiridos a temprana edad son los más duraderos.
10. ¡Nunca es tarde! – No pienses ni por un segundo que ya es tarde para cambiar la forma de alimentarte. Nunca lo es. Sólo es cuestión de ser realista en el planteo de objetivos. Todos tenemos el potencial para comer sanamente, siempre y cuando incorporemos los cambios de manera progresiva y consistente.
Ya tienes los consejos para comenzar hoy mismo una rutina de alimentación sana. ¿Qué estás esperando? Anímate a dar el primer paso.
Tomado de: http://www.disneybabble.com/
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