El deseo de tener un hijo

Querer ser padres es la decisión más importante en la vida de la pareja, un momento donde surgen varios cuestionamientos e interrogantes.

Dar el paso hacia la paternidad no es fácil. Hay muchas cuestiones que la pareja debe pensar ya que la llegada de un bebé cambiará sus vidas para siempre. Hay que estar profundamente seguros, porque nada será igual. Analicemos los temas más significativos a tener en cuenta.

¿Ambos quieren un hijo? ¿O es más la decisión de uno que directa o indirectamente influye en su pareja a sentir lo mismo? Quizás por la edad, o porque los amigos ya son padres, o porque ya realizados en otros ámbitos, este sería el siguiente. Cualquiera sea el motivo, la decisión debe tomarse a conciencia entre ambos. Un hijo implica una gran responsabilidad y hay muchos cambios en la vida que los futuros padres deben estar dispuestos a realizar.

Los tiempos han cambiado

En el pasado, la mujer no se cuestionaba si quería ser madre. Pero, actualmente, la mujer participa activamente al igual que el hombre en la sociedad: se inserta profesionalmente en el mundo laboral, mantiene una vida social activa, tiene pareja y no descuida su familia de origen. Es lógico entonces, que antes de decidirse a ser madre, se cuestione y lo planifique cuidadosamente.

Cuando nace el deseo

En su profundo interior, la mujer empieza a sentir un débil anhelo, pero este crece y se convierte en un ferviente y concreto deseo: tener un hijo y formar una familia con su pareja.

Probablemente la invadan varias preguntas: “¿Seré una buena madre? ¿Podré trabajar con un bebé? ¿Se modificará la relación con mi pareja? ¿Podremos mantenerlo económicamente?”

Tantas dudas pueden provocar temor, y el miedo, paraliza. Los cuestionamientos reflejan la responsabilidad que conlleva tomar decisiones tan trascendentales. La confianza en una misma, en saber que se puede tomar la decisión correcta, permite avanzar y dilucidarlos.

De todas formas, preguntas siempre habrán y es sano que así sea. No se puede conocer el futuro, pero sí se puede tener la seguridad de que se podrá enfrentar la nueva etapa en positivo si es que se está plenamente decidido.

En la búsqueda del momento ideal

Tener o no un hijo merece de un análisis, pero sobre todo, de disponerse a una total entrega de amor.

Quizás no exista el momento “ideal” para ser padres o es difícil saberlo con exactitud, pero seguramente se puedan vislumbrar algunas señales que indican que el deseo se cristaliza o no. 

Por otra parte, un hijo implica ceder el propio tiempo para brindárselo completamente a él. Inevitablemente, la escala de prioridades debe cambiar.

Una decisión de a dos

Puede que uno de los dos no esté del todo convencido, que no se sienta seguro… Las incertezas podrían provocar desilusión e inseguridades… ¿Es que no quiere una familia conmigo? Aquí la comunicación, el entendimiento y el acompañamiento son aspectos indispensables en la pareja.

¿Los dos quieren ser padres? Quizás uno da por sentado que si existe el deseo de una de las partes, al otro le sucede lo mismo. Pero, ¿han entablado un serio diálogo para conocer los proyectos y anhelos de cada uno? ¿Son una pareja sólida, tienen un buen vínculo, fomentan la relación? Estos son interrogantes que ameritan un análisis sincero, porque, en caso de que la pareja no tenga una base sólida, el bebé puede ser una excusa para enmendar baches inmaduros de los adultos. Un niño no viene a arreglar la relación de la pareja, llega para transformarla y enriquecerla pero, desde otro lugar.

El apoyo y la comprensión en la pareja favorecen los puntos de encuentro de lo que ambos quieren. Por supuesto que hay marchas y contramarchas en muchos temas, pero el camino, cuando se está completamente convencido es siempre gratificante. Un niño siempre revaloriza el significado del amor.

Tomado de: http://www.disneybabble.com/co