De la escasez al exceso: cómo cambió la malnutrición en los niños



El sobrepeso y la obesidad infantil son de las peores epidemias del siglo. Afectan en el mundo a más de 40 millones de chicos, la mayoría de países en desarrollo

Hasta hace no muchos años, al hablar de malnutrición infantil hacíamos referencia a niños desnutridos, enfermos por tener una dieta insuficiente, con pocas calorías y pobre en proteínas. Hablábamos de escasez. 

El mundo y lo que comemos cambió radicalmente en algunas décadas y un estudio que analizó las principales causas de muerte en el año 2010, comparadas con las de 1990, mostró que globalmente muere más gente por obesidad que por hambre. 

El sobrepeso, que hasta hace poco tiempo no parecía ser una amenaza para los infantes y menos aún en los países pobres, pasó a ser casi una epidemia no solo de las regiones más industrializadas, sino también de los países en desarrollo.

Lo que ha ocurrido debe ser analizado minuciosamente, porque allí está la clave de cómo volver atrás, hacia patrones de consumo más saludables. El aumento del consumo de alimentos industrializados tiene que ver especialmente con su menor costo. Es más fácil y barato comer alimentos ricos en grasa, en azúcar, en sal, conservantes, edulcorantes y diversos aditivos. Las frutas y las verduras resultan más caras y por ello, para poder incorporarlas, debemos elegir las que son de estación. A los niños suelen gustarles las frutas y debemos ofrecerles la mayor variedad posible; en cuanto a las verduras, está en nosotros poder incorporárselas progresivamente a la dieta.

Ciertamente, los alimentos procesados pueden facilitarnos la tarea y abrir cajas y tirarlas en un microondas puede ser un plan de comidas, pero debería ser una excepción. Si leen las etiquetas de los productos, verán que, por ejemplo, las patitas de pollo tienen muchos ingredientes adicionales al pollo.

Revisen cuáles son las ofertas del quiosco del colegio y elijan cuántas veces a la semana y qué productos pueden consumir los chicos. Diversos países han adoptado programas de quioscos saludables, que tienen el compromiso de tener propuestas saludables. El cumplimiento de esas normativas por ahora es escaso y se encontrarán posiblemente con pocas alternativas en el quiosco escolar.

Lo mismo ocurre en los comedores de la mayoría de los colegios, en donde el hecho de que los chicos coman la comida, convirtiéndose en "clientes fidelizados", prevalece por sobre la calidad y variedad de los alimentos ofrecidos. 

De manera paralela a los cambios ocurridos en la alimentación, el estilo de vida moderno ha dejado de lado el ejercicio en muchas de sus formas. El sedentarismo entre los chicos es habitual y especialmente creciente en las grandes urbes.

La discusión sobre cómo mejorar la alimentación y la actividad física de los niños es larga y compleja. Posiblemente podamos resolver algunas cuestiones en casa, si bien creo que la capacidad de revertir la problemática es un tema de los estados y la salud pública.

Lo cierto es que los chicos con obesidad tienen muchas más probabilidades de desarrollar enfermedades en la vida adulta y también trastornos físicos, psicológicos y sociales durante la propia infancia.

Mientras seguimos debatiendo, les propongo que intentemos enseñarles a los chicos a elegir qué comer, cómo jugar y cuánto moverse, en especial y si es posible, con el ejemplo.


Tomado de: http://www.disneybabble.com/

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