Tu hijo modificó radicalmente tu vida y para siempre: tus hábitos cambian, tu personalidad se readapta, tus deseos viran el rumbo e incluso muchas creencias que tenías, colapsan.
Hay tantas conductas que creías que jamás, pero jamás, tomarías con tu hijo y que ahora, en la práctica, no puedes sostener… Tu propia palabra deja de tener credibilidad hasta para ti, pensabas que ¡NUNCA ibas a hacer semejantes cosas!
Consentir sus caprichos
En el supermercado a tu niño le agarra una tremenda pataleta porque no le compras la golosina que desea. Cuando mirabas esta escena de lejos ¡nunca imaginaste que ibas a dejarte manipular de tal manera! Pero es tal el escándalo, y tan punzante la mirada de la gente, que con amenaza mediante, le das su dulce.
Llevar a tu bebé a una fiesta
La persona que cuidaría a tu bebé a último momento se descompuso y no tienes con quién dejarlo. Es el cumpleaños de tu mejor amiga –que no tiene niños- ¿Llevas al bebé? Por supuesto, decides ir un rato, así que estarás en medio de la gente con tu niño, entre copas y pañales, entre pañales y copas.
Hacer un largo viaje en auto sola con tu hijo
De solo pensarlo, te estremecías ¿Cómo cualquier persona en su sano juicio podría atreverse a realizar un viaje largo sola con un bebé? ¿Quién lo entretendría si se pone fastidioso? ¡Era casi un suicidio cantado! Pero tu pareja tuvo que volverse antes de las vacaciones por trabajo y no tuviste opción. Toda una odisea.
Dejar que duerman contigo y tu pareja
Haz adornado su cuna con peluches, el móvil musical para estimularlo, la lucecita de noche por si despierta y se asusta con la oscuridad e incluso las sábanas tienen la estampa de sus personajes favoritos. Sin embargo, casi no estrenó su preciosa cuna. Noche tras noche es la misma historia: comienza con un llanto débil que termina en estruendosos alaridos. Están tan cansados que la mejor elección es llevarlo a su cama y retomar el sueño lo más rápido posible.
Permitir que coma comida chatarra
Es casi una utopía pensar que podrás extraditar la comida chatarra de la dieta de tu hijo. Los niños suelen ser muy insistentes en lo que concierne a sus preferencias alimenticias y, tu hijo, no será la excepción. En algún momento, llega la rendición.
Abandonar las salidas nocturnas con amigos
Bienvenida a la maternidad. Los tiempos que corren son otros. Cuando te acuestas tarde al otro día el despertador –o sea tu bebé- sonará y no podrás apagarlo. Así que optas por espaciar las salidas con amigos al punto de anularlas, hasta que ellos tengan hijos y los programas sean durante el día y con toda la familia.
Limpiar los mocos de tu hijo con tu ropa
Esto se transformó en una tarea corriente, ¡es que el niño siempre tiene mocos! y no son buenos para su salud. Por eso hay que sacarlos con cualquier cosa que una tenga a mano, y generalmente es la propia ropa. Sin embargo, te cuesta limpiar la nariz de niños ajenos. Pero si están a tu cargo y en tu casa, ¿los dejas con los mocos colgando?
Matar una cucaracha
Te dan impresión, asco y hasta miedo. Juraste mantenerlas fuera de tu vista pero tu hijo descubrió una en medio de la cocina y está a los gritos. ¿Quién es el adulto? ¿Quién debiera exterminarla? Acertaste, tú.
Mirar televisión a la mañana
Decías en el pasado, no tan lejano, que tu hijo jamás miraría televisión por la mañana y menos con el pijama puesto. Pero cuando llega el sábado, día en el que puedes descansar y tu niño se despierta a las siete con muchas ganas de jugar, veneras al televisor y cuál objeto salvador, aprietas el mágico botón que te permite dormir un rato más.
Introducir la mano en el toilette para sacar objetos extraños y no tanto
Es que tu hijo tenía tu celular en la mano, y en modo de exploración, creyó que también podía navegar. Así sucumbió en las aguas turbulentas del toilette y sin tiempo a calzarte los guantes de goma, mientras tu niño te mira boquiabierto, te zambulles casi de cuerpo entero al salvataje del objeto tan indispensable para tu salud mental.
Tomado de: http://www.disneybabble.com/co
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