Andar descalzo… ¡qué buena idea!



Puede parecernos fuente de peligros o enfermedades, pero dejar a tu hijo andar descalzo es fundamental para el desarrollo de sus pies y su columna.

La planta del pie de Luis está llena de receptores sensitivos y de presión. El pequeño, sentado en la arena de la playa, no hace más que caerse y levantarse. Mantiene el equilibrio un momento, avanza uno o dos pasos y vuelta al suelo. Al cerebro de Luis y a todos sus músculos está llegando una preciosa información que le ayuda a tener cada vez más éxito en su objetivo. “Los receptores sensitivos y de presión son estimulados cada vez que el niño apoya el pie en el suelo”, explica el fisioterapeuta y osteópata César Martínez.
¿Sería igual si el estímulo fuera siempre de la misma superficie, misma temperatura, misma textura?No. ¿Utiliza las mismas articulaciones y músculos un pie calzado que descalzo? No.
Cuando Marta anda por el césped del abuelo y llega a una zona con más agua, instintivamente reduce la velocidad. Pisa con más cuidado, sus deditos se encogen (como agarrándose a la tierra) sabe que resbala aunque nadie se lo haya dicho. Su cuerpo percibe en milésimas de segundo lo que ocurre y hace ajustes inmediatos. La información del agua no llega a su cerebro a través de los zapatos. Puede que el zapato con suela antideslizante también la sujete. Pero ella se pierde la oportunidad de desarrollar sus propios recursos.

Peligro: atrofia

En cuantos más terrenos se muevan los piececitos descalzos de Marta y Luis, mejor. Su cuerpo ensayará ajustar toda la postura a un terreno más o menos firme, más o menos frío, más o menos nivelado. ¿Qué ocurre si no se da esta estimulación? “El pie se atrofia”, recuerda el fisioterapeuta César Martínez. Va perdiendo, ya desde el principio, capacidad y posibilidades de movimiento.
Se atrofia el pie y se atrofia el cuerpo. Porque el pie no acaba en el tobillo. Si seguimos hacia arriba encontraremos una enorme cantidad de músculos, huesos y tendones interrelacionados que se ven directamente afectados por el funcionamiento del pie. Las piernas, rodillas y caderas se ajustan continuamente a los movimientos del pie. Podemos seguir hasta llegar a la coronilla, porque sobre el pie se sostiene todo el cuerpo.
Entonces… ¿qué favorece un correcto desarrollo del pie? El uso del propio pie, descalzo, sin más en contacto con diferentes superficies. En la playa, en el césped, en superficies irregulares y diferentes el pie del niño se desarrolla, se fortalece y esto repercute en todo su cuerpo.

¿En el suelo de casa también?

El niño también puede andar descalzo en el suelo de casa si este es adecuado, por ejemplo de madera. No obstante, y aunque pase mucho tiempo descalzo en casa, las mejores superficies para entrenar todas las posibilidades de su pie son las naturales.
¿Qué diferencia hay entre el suelo de casa y el césped de la piscina? La primera superficie no cede ni un milímetro, no se adapta al paso. Sin embargo las superficies naturales (arena, tierra, cesped) son las mejores para aprender a andar porque implican esa doble adaptación: el pie se adapta a la superficie y la superficie se adapta al pie. Aunque incluso las superficies rígidas, como el suelo de casa, permiten al pie descalzo hacer todo su recorrido, algo fundamental para el desarrollo del cuerpo y la postura.
Por: Lidia García-Fresneda. Asesor: César Martínez Sola, fisioterapeuta y osteópata, Centro de Fisioterapia y Osteopatía Sinergia, Baza.

imagen: www.corbisimages.com 
fuente:www.enfemenino.com

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